Ehrengard.
Isak Dinesen (Rungsted,
Dinamarca, 1885 – ibídem, 1962)
Libro. Editorial
Bruguera - Colección Libro Amigo, 1984. Edición, traducción y prólogo y de
Javier Marías. 118 páginas.
Un cuento de Karen Blixen hay
que ambientarlo como se merece, no en vano, cuando escuchábamos hace muchos
años Érase una vez… Todo lo demás dejaba de existir, excepto la magia de
ese momento.
No es fácil estar a la altura
de la ocasión, pero creo haber hallado el justo equilibrio… ¿Un lugar donde “Todo
lo demás deja de existir, excepto la magia de ese momento” ? Las islas
Feroe, a las que canta una voz excepcional, bellísima, solo podía ser otra
feroesa, Eivør Pálsdóttir y su deslumbrante Mín Móðir, significa “Mi Madre” en
honor a su hogar, Las Feroe, canta en feroés, por supuesto.
Sé que esto os va a gustar…
Hyggelig, esta palabra danesa no está en el relato, ni en
el libro, pero tal vez sea pertinente traerla a colación, de hecho lo es.
No tiene traducción al español,
es una expresión que manifiesta un sentimiento acogedor, cálido, cordial, en
definitiva algo agradable. Es la expresión danesa más famosa, junto al célebre skål
(¡salud!), en los brindis y reuniones amistosas, palabra que los daneses
comparten con sus vecinos suecos y noruegos, seguramente fue el vocablo que más pronuncié
cuando estuve por aquellos países, no procede entrar en detalles…
Karen Blixen (que firmaba sus
obras con el seudónimo “Isak Dinesen”), escritora mundialmente conocida,
también era danesa, y el sentimiento que me embarga al leerla es, precisamente,
Hyggelig…
Así, sin traducción, porque es
placentero revivir aquel entusiasmo infantil, o juvenil, que te provocaba la
lectura de un libro, lejos de las complejas disquisiciones que nos asaltan con
las lecturas en una edad ya madura.
Mi intención está lejos de ser
minucioso señalando aspectos de esta narración, por dos razones; la primera es
que son las 16:42 de la tarde, y no quiero demorarme en exceso para aprovechar
esta tarde bonancible de domingo (no coincidirá con el día de publicación,
seguro) y pasear por el campo. Me iré al Monte del Pilar, un frondoso paraje
forestal, lugar tranquilo y bastante grande con su arrollo y, lo mejor, a 15
minutillos andando desde mi casa, aunque busco unos momentos para estar solo, la compañía de un petirrojo me alegra el paseo...
En segundo lugar, me sentiría
algo "descolocado" aplicando un análisis exhaustivo a un cuento, me parece igual
de absurdo que explicar a un niño masai el mecanismo que hace funcionar un
reloj de cuco, a él solo le basta con contemplar ese momento inexplicable… unos
párrafos más adelante sabréis el porqué de este ejemplo.
Tenemos una narradora
omnisciente, con visos de distinguida y anciana dama, por lo que ella misma
revela. El cuento es casi un relato corto por extensión, unas cien páginas,
descontadas algo menos de veinte que pertenecen al interesante prólogo de
Javier Marías.
En todo caso os adelanto unas
palabras de Javier Marías, en la profusa introducción que ha dedicado para esta
edición, admirador de la autora y, cómo no, de este mismo cuento:
“Ehrengard, cuento póstumo de
la baronesa Karen Blixen, más conocida universalmente por su seudónimo Isak
Dinesen, es el epítome de su obra de narradora, su cuento más acabado y también
el más descarado, el más desconcertante, el más engañoso en cierto sentido.
Cuando lo escribió es obvio que había llegado al último arabesco, al postrer
estadio de la escritura de cuentos; aquel que resulta imperceptible la frontera
entre la literalidad y la ironía. (…)”
Javier Marías, continúa más
adelante, nos esclarece la senda para entender lo que es un cuento de Karen
Blixen, en realidad expone los propios argumentos de la autora:
“Escribe como habría que
escribir para los miembros de las tribus somalí y masai que le pedían de vez en
cuando que «hablara como la lluvia», es decir, haciendo rimas, que ellos
desconocían:”
(K. Blixen):
« Pero antes –de redactar los dos primeros de sus famosos Seven Gothic Tales- aprendí a contar cuentos… tenía el auditorio perfecto. Los blancos ya no son capaces de escuchar un cuento recitado. Se remueven o se adormecen. Pero los nativos todavía tienen oído. Yo les contaba cuentos continuamente, de todo tipo. Y todo tipo de disparates. Yo decía: “Había una vez un hombre que tenía dos cabezas”… y al instante estaban deseosos de saber más. “¿Oh? Sí, pero, Mem-Sahib, ¿cómo se las arreglaba para darle de comer?” o lo que fuese. Les encantaba semejante invención.» (p. 8)
« Pero antes –de redactar los dos primeros de sus famosos Seven Gothic Tales- aprendí a contar cuentos… tenía el auditorio perfecto. Los blancos ya no son capaces de escuchar un cuento recitado. Se remueven o se adormecen. Pero los nativos todavía tienen oído. Yo les contaba cuentos continuamente, de todo tipo. Y todo tipo de disparates. Yo decía: “Había una vez un hombre que tenía dos cabezas”… y al instante estaban deseosos de saber más. “¿Oh? Sí, pero, Mem-Sahib, ¿cómo se las arreglaba para darle de comer?” o lo que fuese. Les encantaba semejante invención.» (p. 8)
Así la situación, como he
señalado, Ehrengard es un relato que no voy a pasar por el tamiz de sesudas
conjeturas, ni buscarle un doble sentido, que lo tendrá como todo cuento, al
modo en que haríamos con uno de Cortázar, pues un niño no lo haría, y me consta
que la Karen Blixen de Ehrengard quiere que leas su cuento con la misma actitud entusiasta de aquellos
nativos kikuyu, cuando la escritora les contaba algún relato, y ellos la
contemplaban con esa expresión fascinada que se adivina en unos ojos muy
despiertos, los mismos de aquellos niños que entraban en su hacienda africana,
justo a tiempo para… observar al cuco salir del reloj cantando las horas
exactas.
¿Quisiera un niño entender el
mecanismo de ese momento mágico?
O tal vez la pregunta sería; ¿Necesitaría uno
de esos niños entenderlo? No lo creo, la verdad.
En lo que respecta al relato
dije que no indicaría gran cosa. Eso sí, leer cualquier obra de K. Blixen es un deleite
por el mero hecho de la lectura, su prosa es soberbia.
Hay un atractivo príncipe,
Lothar, y su bella esposa, la princesa Ludmilla, jóvenes ambos, que giran
alrededor de la figura de su mentor, el aclamado pintor Herr Cazotte, artista
de prestigio en los ambientes europeos (el arte, gran pasión de la escritora),
éste ha sido escogido por la Gran Duquesa (madre del principe Lottar) para que
su vástago despierte al mundo, fuera de las murallas del castillo familiar.
Castillo de los Condes. Villa medieval de Chinchón.
Una pequeña comitiva les
acompañará a una idílica villa palaciega, perdida en algún valle. El objetivo
de todo esto es concebir al futuro heredero para asegurar la pervivencia de la
dinastía principesca, sin embargo esto solo es un marco, seductor sin duda,
para contar otros asuntos…
Chinchón
Ah, se me olvidaba, también
tenemos a la dama de honor de Ludmilla, una tal Ehrengard…
Me estoy imaginando la cara
expectante de esa audiencia cuando un relato, pongamos Ehrengard, comienza así:
“Una vieja dama contó esta
historia:
Hace ciento veinte años
–empezó-, mi historia se contó sola, empleando en ello más tiempo del que ni
vosotros ni yo podemos concederle, y con multitud de detalles y pormenores que
nosotros no podemos abrigar la esperanza de conocer jamás…”
Entonces, en este cuento en
donde casi nada, como en la mayoría de ellos, es lo que parece, ¿qué hay detrás?
Pues eso, un cuento…
Eivør no quería despedirse sin
dedicaros un último tema, se la ve cómoda en petit comité. ¿ Y qué mejor entorno que su tierra?